Disfunción eréctil

¿Sabías que la disfunción eréctil (DE) afecta al 8% de los hombres a partir de los 40 años, y al 40% de los que han cumplido los 60? ¿Y qué, en muchos casos, puede “avisarnos” de que hay algún otro problema de salud subyacente? Por eso, no es algo que debamos tomar a broma, y es necesario hablar de sus causas, los factores de riesgo y qué posibilidades hay para prevenirla o tratarla. ¡Rompamos el tabú sobre la disfunción eréctil! 

¿Qué es la disfunción eréctil?

Es una incapacidad persistente, o recurrente, para conseguir o mantener una erección satisfactoria. Para diagnosticar la DE, y descartar que sea un trastorno temporal, se suele considerar que este inconveniente debe alargarse durante mínimo 3 meses.

Es importante resaltar que la disfunción eréctil no tiene nada que ver con el deseo sexual, la libido, o la capacidad para sentir y disfrutar del placer en las relaciones sexuales. 

Las causas de la disfunción eréctil son variadas. Intervienen distintos factores, tanto físicos como psicológicos. Podemos diferenciar 3 tipos de “DE” según su origen:

  • Orgánica: tiene que ver con lesiones vasculares, neurológicas u hormonales.
  • Psicógena: sin que haya una lesión física, hay un bloqueo central del mecanismo eréctil.
  • Mixta: en este tipo convergen factores orgánicos y psíquicos. Cabe destacar que, en buena parte de casos con base orgánica o física, hay también un componente psicológico añadido.

Disfunción eréctil: causas, ¿podemos prevenirlas?

Es interesante destacar que, más allá del tipo de DE, la causa subyacente es habitualmente un problema de salud crónico, o una reacción adversa a algún fármaco. Por eso, es importante entender los principales factores de riesgo se asocian con la DE, y de ahí, ver en cuáles podemos incidir.

  • Edad: a mayor edad, mayor riesgo de padecer DE. Pero cuidado, no debemos pensar que es algo inevitable y conformarnos. En los estudios realizados, el 67,7% de los hombres entre 60-70 años no tenía problemas para mantener una erección.
  • Diabetes o glucemia alterada: los hombres con diabetes tratada tienen 3 veces más probabilidad de padecer DE que los no diabéticos. Adicionalmente, los hombres sanos con DE tienen problemas con la glucosa en sangre, sin llegar al diagnóstico de diabetes.
  • Tabaquismo: más allá de los demás problemas que pueda causar el tabaco, hay una asociación entre ser fumador y padecer DE.
  • Hiperlipidemia: los problemas con el colesterol o los triglicéridos son más frecuentes en los hombres con DE que en la población general.
  • Hipertensión arterial: la tensión alta también se relaciona con la DE.
  • Consumo de alcohol y drogas: el abuso puede aumentar el riesgo de padecerla.
  • Sobrepeso u obesidad
  • Trastornos afectivos o psiquiátricos: conflictos de pareja, estrés o baja autoestima, además de trastornos como la depresión o la ansiedad, se relacionan con la DE.
  • Reacciones secundarias a fármacos: algunos medicamentos en concreto pueden tener este efecto en algunas personas. Ante la duda, lo más conveniente es consultar con un profesional sanitario para evaluar el caso individualmente.

Viendo este listado, es evidente que la mayor parte de estos factores son modificables y pueden prevenirse.

Disfunción eréctil: soluciones

Aquí es necesario diferenciar 2 escenarios. El primero, cuando lo que nos interesa es prevenir. El segundo, cuando ya se requiere un tratamiento para la disfunción eréctil, tras el diagnóstico.

La prevención, la base

Habiendo revisado los factores de riesgo, parece lógico decir que la prevención pasa por adoptar hábitos de vida saludable. Además de evitar tabaco, alcohol y otras sustancias tóxicas, debemos focalizar esfuerzos en una alimentación saludable que nos ayude a mantener un peso adecuado y prevenir el riesgo cardiovascular. La dieta debería ser de estilo mediterráneo, con grasas cardiosaludables (aceite de oliva, frutos secos, pescado azul con ácidos grasos omega-3), fibra (legumbres, frutas y hortalizas, granos integrales) y moderar el consumo de alimentos con mucha sal añadida. Los alimentos con azúcares añadidos deberían ser muy limitados.

Asimismo, la actividad física regular y el bienestar emocional son dos pilares que no se deben olvidar. ¡Ojo! Parece que el ciclismo no es la mejor opción, debido al efecto del sillín en la zona del periné y las arterias que abastecen de sangre al pene.

Tratamiento médico

Tras un diagnóstico, el médico podrá sugerir soluciones. Desde tratar las enfermedades asociadas (diabetes, hipertensión, dislipemia...) hasta proponer algún fármaco o tratamiento para la disfunción eréctil.

Tratamientos naturales para la disfunción eréctil, ¿qué se investiga?

Aunque muchos de los factores de riesgo modificables para la DE son un problema de las sociedades modernas de hoy, la disfunción eréctil no es un trastorno nuevo. Por esto, las medicinas tradicionales han usado varios remedios para combatirla. Estos conocimientos ancestrales se investigan, ahora, con técnicas modernas.

Cordyceps

El cordyceps es un hongo parásito, al que en China y Tíbet atribuyen numerosos beneficios. En las culturas tradicionales se utilizaba para tratar la disfunción eréctil. Actualmente, sabemos que contiene cordiacepina, una sustancia con propiedades antiinflamatorias, entre otras. También tiene un efecto sobre la testosterona. Puedes encontrarla como complemento aquí.

Maca

Su capacidad para aumentar la libido es interesante, como lo es la posibilidad de que incremente los niveles de testosterona. Se puede encontrar en forma de comprimidos o en forma de polvo, según el formato que se prefiera.

Tribulus terrestris

A esta planta se le atribuye la propiedad de aumentar la libido y la capacidad sexual, por sus efectos sobre la testosterona.

L-arginina

Aunque no se trate de un remedio tradicional, sino de un aminoácido, lo incluimos pues suele ser objeto de estudio, por su capacidad vasodilatadora, que puede mediar en el aumento de flujo sanguíneo, necesario para la erección. 

La disfunción eréctil puede prevenirse y tratarse con el consejo de un profesional de la salud. Lo fundamental, como hemos visto, está en mantener unos hábitos de vida saludables, pues es el principal factor que nos ayudará a combatirla o no padecerla.