Dormir mal no solo empeora la calidad del sueño: también se nota en el ánimo, la concentración y la energía con la que se afronta el día. Y lo más desesperante es que casi nunca hay un único motivo. A menudo se juntan horarios irregulares, pantallas por la noche, estrés sostenido, cafeína a destiempo, cenas tardías o un dormitorio que no facilita el descanso.
Esta guía ofrece una visión clara y práctica para identificar cuándo el sueño no es reparador, cuáles son las causas más frecuentes y qué medidas suelen marcar la diferencia de forma realista. En términos prácticos, el objetivo es que el descanso sea más estable: conciliar el sueño con menos esfuerzo, despertarse menos y levantarse con sensación de sueño reparador. Además, aclara cuándo conviene consultar al profesional sanitario y en qué casos puede tener sentido valorar suplementos como apoyo puntual, siempre con criterios de seguridad.
Cómo saber si se está durmiendo mal
Dormir mal no es solo “dormir pocas horas”. A veces se duerme 7–8 horas y, aun así, el descanso no es reparador porque el sueño está fragmentado, es muy ligero o deja un impacto claro durante el día. Para valorar de verdad la calidad del sueño, conviene mirar tres aspectos:
- Cantidad de horas de sueño: en la edad adulta, lo habitual es necesitar 7 o más horas de forma regular; muchas personas se encuentran mejor en el rango 7–9 horas. 👉 Recomendación AASM/SRS: 7+ horas 👉 Consenso científico (PMC)
- Calidad de horas de sueño: cuesta conciliar (se tarda más en dormir), hay despertares repetidos, el sueño es muy ligero o se mantiene la sensación de sueño no reparador, aunque se haya pasado “tiempo suficiente” en la cama.
- Señales durante el día: se nota que el descanso no ha sido suficiente si se sufre somnolencia, irritabilidad, peor concentración, bajada de rendimiento y una menor capacidad para gestionar el estrés (a veces también aparecen más antojos).
Algunas pistas útiles para identificar si el problema es sobre todo de la calidad del sueño, y no solo de las horas dormidas, son estas:
- Dormir 7–9 horas y levantarse cansado: sugiere sueño fragmentado (microdespertares) o sueño poco profundo.
- Despertares frecuentes o sueño muy ligero: levantarse varias veces, despertarse por estímulos pequeños o no sentir descanso real.
- Impacto claro durante el día: somnolencia, irritabilidad o falta de concentración que no encajan con “haber dormido lo suficiente”.
- Hábitos que empeoran el descanso: pantallas por la noche, alcohol, horarios irregulares, cenas tardías o un dormitorio poco optimizado.
- Señales de posible trastorno del sueño: ronquidos con pausas o apneas (paradas breves y repetidas de la respiración durante el sueño), que fragmentan el descanso y pueden dejar cansancio pese a dormir “muchas horas”.
Cuándo conviene consultar al profesional sanitario
Cuando dormir mal se mantiene en el tiempo, no basta con “aguantar” o ir probando cosas sin rumbo. Consultar al médico de familia o a una unidad del sueño ayuda a identificar causas tratables, descartar trastornos frecuentes (como las apneas) y evitar que el insomnio se cronifique. Conviene pedir ayuda si ocurre alguno de estos escenarios:
- El insomnio dura más de 3 meses o aparece 3 o más noches por semana y ya afecta al día a día.
- Hay ronquidos intensos, pausas respiratorias (posible apnea), atragantamientos nocturnos o somnolencia diurna marcada.
- Hay síntomas depresivos, ansiedad intensa, ataques de pánico nocturnos o empeoramiento claro del estado de ánimo.
- Se usan hipnóticos, alcohol o cannabis “para dormir” de forma regular.
- Se sospecha síndrome de piernas inquietas, dolor crónico, reflujo nocturno o efectos de medicación.
Si el insomnio se vuelve crónico, lo que suele ofrecer mejores resultados con menos inconvenientes es un programa de terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I). Es un tratamiento estructurado (presencial u online) que trabaja hábitos y técnicas como el control de estímulos para recuperar un sueño más estable 👉 Guía ACP (PubMed) 👉 Explicación ACP: qué incluye CBT-I
Causas mas frecuentes por las que se duerme mal
Dormir mal suele tener motivos bastante repetibles. A veces hay uno dominante, pero lo más habitual es que se combinen dos o tres factores que van “sumando” y acaban afectando a la conciliación, a los despertares y a la sensación de sueño reparador. Estas son las causas que más se repiten:
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Horarios irregulares y “jet lag social”
Acostarse y levantarse con grandes diferencias entre semana y fin de semana desajusta el reloj interno. El resultado típico es conciliar peor el domingo y arrastrar cansancio el lunes.
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Estrés, hiperactividad mental y ansiedad
No es “falta de sueño”, sino exceso de activación. La cama, en lugar de ser un sitio de descanso, se convierte en un lugar de repasar tareas, anticipar problemas o rumiar.
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Cafeína y estimulantes
La cafeína puede seguir actuando varias horas después de tomarla, incluso si no se percibe “nerviosismo”. Por eso, cuando cuesta conciliar o hay despertares, conviene revisar el horario de toma de café y otros estimulantes.
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Pantallas y luz por la noche
Las pantallas suelen afectar al sueño por dos vías. Por un lado, la luz (especialmente la luz azul) puede engañar al reloj biológico al reducir la señal natural de “es de noche” y retrasar la somnolencia. Por otro, el contenido (mensajes, noticias o trabajo) tiende a mantener la mente activa y hace más difícil conciliar.
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Cena pesada, alcohol y digestión difícil
Cenar muy tarde, en exceso o con alcohol, favorece digestiones pesadas, reflujo, sudoración nocturna y ronquidos. Todo ello puede hacer que cueste más conciliar y aumentar los despertares, con un descanso más inestable y sensación de sueño poco reparador.
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Ambiente de dormitorio
Una temperatura alta, luz residual, ruido intermitente o un colchón inadecuado pueden provocar despertares y hacer que el sueño sea más ligero y menos reparador, aunque se “duerman” las horas habituales.
Higiene del sueño: 12 claves prácticas que suelen funcionar
La expresión higiene del sueño se usa mucho y a veces suena más técnica de lo que es. En realidad, se refiere al conjunto de hábitos y condiciones que ayudan a que el cerebro entienda que “ya es hora de dormir” y a que el descanso sea más estable. El objetivo es mejorar la calidad del sueño: reducir la latencia del sueño, bajar los microdespertares y levantarse con sensación de descanso real. No es una rutina perfecta ni una lista rígida, sino ajustes pequeños y constantes que, sumados, suelen marcar la diferencia.
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1) La hora fija de levantarse como “ancla”
La regularidad al levantarse suele ser más importante que “forzarse a dormir”. El cuerpo aprende un patrón y lo consolida con el tiempo.
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2) La luz natural por la mañana (cuanto antes, mejor)
Lo ideal es dar un paseo corto al despertar. Si no es posible, basta con ponerse cerca de una ventana con buena luz natural durante unos minutos (cuanto más luz, mejor).
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3) La reducción de pantallas antes de dormir
Objetivo realista: 60 minutos sin pantallas en el dormitorio. Si cuesta, conviene dejar el móvil cargando fuera del dormitorio y usar un despertador clásico.
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4) Una rutina pre-sueño simple (15–30 min)
Repetir la misma secuencia ayuda al cerebro a “bajar marchas”: ducha templada, lectura tranquila, respiración suave o música relajante.
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5) La descarga mental en papel (2 minutos)
Anotar tres cosas: “lo de mañana” (tareas), “lo que preocupa” (pensamientos que se repiten) y “la primera acción concreta del día siguiente”, por ejemplo: “enviar email”, “pedir cita”, “preparar la bolsa”). Esto reduce las vueltas mentales al acostarse y facilita desconectar.
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6) El ajuste de la cafeína y otros estimulantes (10 días)
Durante 10 días, evitar café, té negro, cola, bebidas energéticas y chocolate a partir de las 14:00–15:00. Después, observar si mejoran la conciliación y los despertares.
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7) La cena ligera y con tiempo
Regla útil: cenar 2–3 horas antes de acostarse. Si hay reflujo o digestión lenta, conviene priorizar platos simples y con poca grasa.
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8) El control de la temperatura, la luz y el ruido
Un dormitorio fresco, oscuro y silencioso facilita un sueño más profundo. Si hay ruido, pueden ayudar los tapones o el ruido blanco. Si entra luz, conviene usar cortinas opacas o antifaz.
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9) La cama como espacio de descanso (no de actividad)
La cama se reserva para dormir y descansar. Evitar trabajar, comer o utilizar el móvil en la cama ayuda a que el cerebro asocie ese espacio con desconexión, y no con actividades que tienden a mantener la mente activa.
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10) Qué hacer cuando no se conciliar el sueño
Si pasan 20–30 minutos y no llega el sueño, conviene levantarse y hacer algo monótono con luz tenue, y volver a la cama cuando reaparezca la somnolencia. Esto reduce la asociación cama-frustración y es una base práctica de CBT-I.
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11) Las siestas cortas y no demasiado tardías
Si hay sueño acumulado, una siesta corta puede ayudar sin “robar” sueño por la noche. Lo más recomendable suele ser 10–20 minutos y no demasiado tarde. Si empeora la noche, conviene acortarla más o evitarla durante un tiempo.
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12) El ejercicio físico regular
La actividad física regular ayuda, pero el ejercicio intenso muy tarde puede activar demasiado. Si se nota que altera la conciliación, conviene evitarlo en las horas previas al sueño.
¿Cuándo pueden ayudar los suplementos para dormir?
Los suplementos pueden ser un apoyo puntual, pero conviene valorarlos con criterio profesional, especialmente si se toma medicación, existe alguna patología o el problema se repite con frecuencia. Suelen tener más sentido cuando la base de hábitos ya está bastante ordenada o cuando hay un motivo concreto que dificulta dormir bien, por ejemplo:
- Desajuste de horario: jet lag, trabajo por turnos o cambios de rutina que “descolocan” el reloj biológico.
- Dificultad para conciliar: se tarda mucho en dormir, sobre todo en periodos de estrés puntual o mente acelerada.
- Apoyo temporal con un objetivo claro: ya se ha aplicado un plan de higiene del sueño y se busca un refuerzo durante un tiempo limitado (por ejemplo, unas semanas), evitando cronificar su uso.
Suplementos habituales (qué esperar y cómo usarlos con sentido)
Es normal preguntarse si existe “algo” que ayude a dormir mejor. En la práctica, los suplementos pueden servir como apoyo, pero no podemos olvidar lo más importante: ordenar hábitos, reducir activación y, si el problema se repite, valorar la causa de fondo. Además, conviene usarlos con prudencia si se toma medicación, si hay alguna patología o en el embarazo o la lactancia. Lo adecuado es consultarlo con un profesional de la salud antes de empezar.
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Melatonina
La melatonina suele tener más sentido cuando el problema es de horario: jet lag, turnos o un reloj biológico “desajustado”. En cambio, cuando hay insomnio crónico, no se considera la primera opción en muchas guías y su utilidad puede ser limitada. Lo más importante no suele ser “subir la dosis”, sino elegir bien el momento, porque su función es ayudar a “marcar” la noche y facilitar que el cuerpo entre en modo descanso.
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Magnesio
El magnesio no es un hipnótico, pero puede ser un buen apoyo cuando el descanso se resiente por estrés, tensión física, calambres o una ingesta dietética baja. Algunas personas notan que, al mejorar el confort muscular y la sensación de “cuerpo más relajado”, concilian con más facilidad. Para ampliar, puede consultarse 👉 Magnesio: beneficios, cómo tomarlo y formas con mejor absorción — Guía 2025 y, si interesa elegir forma, 👉 Bisglicinato vs citrato de magnesio — Guía 2025.
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Triptófano
El triptófano suele valorarse cuando se busca apoyar un descanso más estable en épocas de estrés o cambios de ritmo, especialmente si el problema principal es tardar en dormirse. No suele ser un “efecto inmediato” y su utilidad suele ser mayor cuando los hábitos básicos ya están trabajados. Si se toma medicación que actúa sobre el sistema nervioso, conviene no combinarlo por cuenta propia y consultarlo antes.
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GABA
Si por la noche aparece una sensación de mente acelerada o dificultad para “desconectar”, algunas personas prueban GABA como apoyo. La respuesta es muy variable: a unos les ayuda y a otros apenas les cambia. En cualquier caso, suele encajar mejor si se acompaña de medidas reales de manejo del estrés (rutina pre-sueño, descarga mental y límites de pantalla). Para un enfoque completo, puede consultarse 👉 GABA: beneficios, ansiedad, sueño y seguridad — Guía 2025.
Riesgos, contraindicaciones e interacciones
Cuando se está cansado es fácil pensar “pruebo algo y ya está”. Pero en el caso del sueño, la seguridad importa tanto como la eficacia ya que algunos productos pueden dar somnolencia o interactuar con medicamentos. Antes de tomar un suplemento para dormir, conviene tener en cuenta lo siguiente:
- Somnolencia y seguridad al volante: si un producto aumenta la somnolencia, conviene extremar la precaución al conducir o al usar maquinaria, especialmente al inicio o si se toma tarde.
- Alcohol: aunque “parezca” que ayuda, el alcohol suele empeorar la calidad del sueño y, si se combina con productos sedantes, aumenta el riesgo de efectos no deseados.
- Medicación e interacciones: anticoagulantes, antidepresivos, ansiolíticos, antihistamínicos, antiepilépticos y otros fármacos pueden interaccionar. Si se toma medicación, lo prudente es consultarlo antes.
- Embarazo y lactancia: conviene ser especialmente conservador y utilizar cualquier apoyo solo con criterio profesional.
Preguntas frecuentes (FAQs)
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¿Cuántas horas debería dormir un adulto?
En general, un adulto suele necesitar 7 o más horas de sueño de forma regular, y muchas personas se encuentran mejor en el rango 7–9 horas. Más importante que el número exacto, es levantarse con sensación de descanso y mantener un buen rendimiento durante el día.
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¿Cómo se sabe si se está durmiendo mal de verdad?
Suele considerarse que se duerme mal cuando hay dificultad para conciliar, despertares frecuentes o sueño poco reparador y, además, aparece un impacto diurno (somnolencia, irritabilidad o bajada de rendimiento).
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Me despierto a las 3–4 de la mañana y ya no me duermo: ¿por qué pasa?
Es muy común y, a veces, encaja con un despertar precoz asociado a estrés/rumiación, horarios irregulares, cenas tardías o alcohol. Si además hay ronquidos fuertes, pausas al respirar o mucha somnolencia diurna, conviene consultar con el profesional de la salud (posibles apneas).
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¿Qué hacer si hay un despertar a mitad de la noche?
Lo más práctico es no mirar la hora y evitar quedarse en la cama “peleando” con el sueño. Si pasan 20–30 minutos sin dormirse, conviene levantarse, hacer algo monótono con luz tenue, y volver cuando reaparezca la somnolencia.
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Duermo 8 horas y me levanto cansado: ¿qué puede significar?
Suele apuntar a sueño fragmentado (microdespertares) o a hábitos que empeoran la calidad (pantallas, alcohol o dormitorio poco adaptado a condiciones de descanso). Si es habitual, conviene revisar el contexto completo.
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¿La cafeína de la mañana puede afectar por la noche?
En algunas personas sí. La sensibilidad es muy variable y la cafeína puede “arrastrarse” varias horas. Un enfoque útil es un experimento de 10 días: evitar cafeína desde las 14:00–15:00 y observar si mejora la conciliación y los despertares.
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¿La cena influye tanto en la calidad del sueño?
Sí. Cenar tarde o muy abundante, y especialmente añadir alcohol, puede aumentar despertares, reflujo y sueño más fragmentado. Suele ayudar cenar 2–3 horas antes y priorizar platos simples si hay digestión pesada.
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¿Qué es lo más efectivo para mejorar el sueño sin suplementos?
Tres pilares suelen dar resultado: hora fija de levantarse, luz natural por la mañana y evitar pantallas antes de acostarse. Además, ayuda un dormitorio oscuro y fresco. Si estas condiciones se sostienen durante 10–14 días, muchas personas notan cambios claros.
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¿Es malo tomar melatonina todos los días?
Depende del motivo. Suele tener más sentido en desajustes de horario, por ejemplo jet lag, que como solución de fondo para insomnio crónico. Si se necesita a diario durante semanas, lo más útil es reforzar la base (horarios, luz por la mañana y rutina sin pantallas) y consultar con un profesional para revisar la causa y evitar cronificar su uso.
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¿Qué suplemento es “mejor” para dormir del tirón?
No existe uno universal. Lo más importante es identificar el problema dominante: ritmo (horarios), activación por estrés, digestión, cafeína o ambiente. Los suplementos pueden ser un apoyo puntual, pero si la base no está ordenada, el efecto suele ser limitado o irregular.
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¿Cuándo conviene consultar al profesional sanitario por dormir mal?
Cuando el problema dura más de 3 meses, aparece varias noches por semana y ya afecta al día a día. También si hay señales de alarma, como ronquidos intensos con pausas, somnolencia diurna marcada, ánimo muy bajo o ataques de pánico nocturnos. Y si se recurre con frecuencia a alcohol o hipnóticos para dormir, es importante pedir orientación para no cronificar el problema.
⚠️ Recordatorio responsable: Los complementos alimenticios no sustituyen tratamientos médicos ni diagnósticos. La información aquí presentada tiene únicamente carácter divulgativo y no pretende medicar, pautar ni sustituir ninguna indicación médica o tratamiento profesional. Si estás en tratamiento, tomas medicación o presentas alguna patología, consulta siempre con un profesional de la salud antes de iniciar su uso.
Doctor en Farmacia en el Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra.
Responsable de la Dirección Técnica de Sura Vitasan.